Publicado en Córdoba Cofrade especial Cuaresma 2013
fotografía de Victor Olivencia Castro
La Buganvilla
Sobresaliendo del muro que la enclaustra, la
exuberante buganvilla se desborda alrededor del felizmente restaurado retablo
cerámico de la Virgen de los Dolores, que con exquisita delicadeza acaba de
dejar atrás Nuestra Señora Reina de los Ángeles, confortada en su dolor por San
Juan.
Poco antes,
las campanas de la espadaña de Capuchinos han saludado alborozadas su salida a
los sones de Ángeles del Cister, de
Pedro Gámez Laserna. A lo largo de su transitar hacia la Catedral, verdadero
destino espiritual de esta cofradía, sonará de nuevo esta gran obra, escogiendo
con esmero el momento, como también lo harán en lugares privilegiados las
bellas plegarias musicales de Ángeles
Reina y Gloria Cisterciense, de
José de la Vega, y Jesús de la Sangre, de Casto Contreras, y así la singular bambalina
acompasará su mecida con los sublimes acordes de las composiciones dedicadas a
la hermandad.
Pero en este punto de belleza perfecta, la cofradía
se ha desplegado con todo su esplendor en la añorante búsqueda de la que fue su
primitiva sede. El majestuoso misterio de tribunal ha llegado a la altura del
convento cisterciense. Desde la clausura, las monjas rezan a la morena imagen
de Nuestro Padre Jesús de la Sangre, mientras los lamentos de Claudia Prócula
no pueden evitar que Pilatos dicte su sentencia. El pueblo ha elegido perdonar
a Barrabás y pide la crucifixión del Salvador. Caiga sobre ellos la sangre de
este inocente.
El tramo de
nazarenos que sigue a la banda del primer paso se abre con un bello crucificado
de pequeño tamaño. El Cristo de la Conversión. Y tras él, una sucesión de
nazarenos de capa merino recogida con elegancia torera, portando cirios y hermosas
insignias marianas, antecede al pequeño y angelical paso de palio.
En ese momento, para deleite de la buganvilla que
observa embelesada como se va alejando despacito el joyero de la hermandad, la
banda interpreta una melodía que aúna ambos pasos. Que habla desprecio del
pueblo, pero también de comunión sacramental,
de alabanzas a María, de triunfo sobre la muerte, y que resume todo el carácter
de la cofradía en una excepcional composición: La Sangre y la Gloria.
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