domingo, 5 de enero de 2014

"Una Oración a la Virgen"

Texto de la presentación del concierto con el que la Banda de Música María Santísima de la Esperanza estrenó la composición de José M. Bernal "Una Oración a la Virgen", dedicada a la Virgen de la Esperanza.


Fotografía de Agustín Camargo




 PRIMERA PARTE:
Reverendo Padre D. Pablo Calvo.   Hermana Mayor y Junta de Gobierno de la Ilustre y Venerable Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza.  Músicos.  Cofrades.  Hermanos míos en Cristo:
En 1949, el insigne compositor D. Pedro Gámez Laserna tuvo a bien dedicarle a mi hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte la sublime marcha “Saeta Cordobesa”.     Es de todos conocida la anecdótica respuesta del Hno. Mayor: Le agradecemos el interés, pero hemos de advertirle que la nuestra es una hermandad de silencio.
D. Pedro, que a la par de genial músico debía de ser  un alma generosa, no se desanimó por aquella respuesta, y no solo mantuvo su dedicatoria al Stmo. Cristo de la Buena Muerte, sino que a los tres años obsequió a la cofradía con la bellísima plegaria musical “Salve Regina Martyrum”.
Con cierto paralelismo, cuando la banda María Santísima de la Esperanza me obsequió con el  gesto de dejarme presentar este concierto, mi primera respuesta fue pareja a la de quien fue mi Hermano Mayor: “Muchas gracias, me siento muy honrado. Pero yo soy de silencio”.
Y la vuestra, a su vez, tan comprensiva  y generosa como la de D. Pedro: “No nos importa. No te preocupes”.
Por ello es para mí un verdadero orgullo dirigirles ahora la palabra, pero no puedo ocultarles cierta sensación de temerario atrevimiento. Una osadía que en mi interior intento mitigar pensando constantemente que, al fin y al cabo, estoy hablando para mis amigos, y no me lo tendrán en cuenta.
En cofradías, la medida del tiempo es distinta. Medimos los tiempos cortos por lustros o décadas, y los largos por siglos. Por eso podría decirse que fue ayer cuando un reducido grupito de personas, que unían a su condición de cofrades su afición por la música, decidió emprender la loca aventura de formar una banda. Y tuvieron la fortuna de que esa semilla, como en la parábola del sembrador, cayera en la tierra fértil  de la Hermandad de la Esperanza y diera frutos, por supuesto verdes,  al ciento por uno.
Es la Esperanza una cofradía de bellos titulares, de profundos sentimientos en absoluto enfrentados a su contagiosa alegría, y de hospitalidad sin límites. Su ancla, el ancla de la Esperanza,  sirvió para que esta ilusión no naufragara en el tormentoso mar de los proyectos frustrados.
A pesar de ello, nada fue fácil en aquellos momentos iniciales, pero sus rectores tuvieron muy claros los principios básicos que iban a regir la banda, y que harían de ella la formación de la que hoy disfrutamos. 
Uno de esos principios sería la recuperación de composiciones cordobesas antiguas, desgraciadamente olvidadas a fuerza de silenciarlas tras nuestros titulares, cuando no directamente menospreciadas.  Recuperar para mayor gloria de la semana santa cordobesa la obra de Martínez Rucker. De Eduardo Lucena. De Báez. De Melguizo, de Bedmar… Composiciones cordobesas que hoy nos llenan de legítimo orgullo, pero que antes de ayer ignorábamos.
 Otro, la capacidad para entender a la perfección el carácter de cada cofradía, de cada titular y de cada momento. Y así acompañar triunfante a la Esperanza con la exuberante alegría que Ella va derrochando por las calles cordobesas, donde hasta los aromáticos gladiolos que con frecuencia la exornan hacen las veces de cornetas que anuncian su paso.  A la que es a la vez joven y seria,   cisterciense, capuchina y lasaliana Reina de los Ángeles, con la  elegancia y majestuosidad de las notas de Gámez, De la Vega, y recientemente Lozano, con una obra, La Sangre y la Gloria, de emotiva belleza. A Nuestra Sra. de las Lágrimas con la solemnidad que Melguizo probablemente hubiera soñado para su palio malva y oro.  A la Soledad del Caído como una tanda de lentos naturales, con la izquierda muy baja, con un aire cordobés y torero. A su Divina Majestad con el estilo eucarístico y sacramental que nunca debería abandonar al Rey de Reyes y Amor de los Amores.  A cada gloria:  Socorro, Carmen, Ángeles, Inmaculada… con su sello personal, sus composiciones, su alegría y su entorno. Sabiendo darle a cada uno lo que el momento requiere. Basándose para ello en un profundo conocimiento de la música procesional, pero también del mundo cofrade de nuestra ciudad. Para eso, señores músicos de la Esperanza, no basta con ser buen músico. Hay que ser cofrade, y ustedes lo son. Cofrades como hay pocos.
El tercero de esos principios lo constituye el estreno de bellas marchas que conforman un impresionante corpus propio para la madre de Dios, como la que ya es un símbolo de la formación, “Tras tu verde manto”, o “La Esperanza de María”, o “Spes Nostra Salve”, nacidas del conocimiento y el cariño que algunos de vosotros derrocháis hacia María Santísima de la Esperanza, o la bella Marcha de Gámez Varo, la de D. José de la Vega, o la que hoy tendremos el privilegio de conocer por vez primera. “Una Oración a la Virgen”, de D. José Manuel Bernal, con letra también de uno de vosotros,  José Prieto… En definitiva un cuidado conjunto de composiciones de gran calidad, dedicadas a la sin par Virgen morena de Cerrillo que cada Domingo de Ramos inflama los corazones de quienes la vemos y la oímos pasar.
Pero, en realidad, estos principios se concentran en uno solo que los resume, y que es lo que verdaderamente  hace diferente a esta banda: La búsqueda constante, casi benditamente obsesiva, de la calidad. Del cuidado exquisito en lo que se hace. En la composición, en la interpretación, en la formación de sus componentes más jóvenes… Con el mismo cuidado con que un entregado prioste plantea y funde una candelería. Con la misma amorosa dedicación con que las camareras preparan  el ajuar de María. Con el mismo reverencial respeto con que cada hermano prepara su túnica, la viste, y se encamina a su templo.  Con el mismo celo con que los buenos costaleros se hacen la ropa. Así cuida la música procesional la banda María Santísima de la Esperanza.


En la primera parte de este concierto vamos a tener el placer de escuchar la penitencia. Veremos, a través de los sonidos, la Semana santa por las calles encaladas de nuestra ciudad, en las que se recortará la sombra de un Cristo muerto en su Cruz, gracias a la marcha “Saeta Cordobesa”, compuesta, como dijimos, por D. Pedro Gámez Laserna y dedicada al Cristo de la Buena Muerte. Grandísima composición orgullo de los cofrades de nuestra ciudad. Clásica y virtuosa. Verdadero himno de nuestra semana santa que, aunque nosotros en otro tiempo casi olvidamos en favor de extrañas melodías,  ha sido interpretada por las grandes bandas por toda Andalucía, erigiéndose por mérito propio en el auténtico estandarte de la Córdoba cofrade.

fotografía de D. Antonio López Peláez

Tras la penitencia, la Eucaristía, con su rojo y blanco cortejo sacramental, y a “Saeta Cordobesa” le seguirá otra magistral obra. “El Corpus”. Hermosa composición que nos anuncia la inmediatez de la procesión de Su Divina Majestad. Nunca debemos cansarnos de agradecer la labor de investigación y difusión de Patrimonio Musical, que desveló la autoría de Braulio Urialde para esta  bella marcha que se tuvo por anónima durante mucho tiempo. Nos traerá noticias de juncias en los suelos y de cielo azul y luminoso para el Señor. Sonará alegre y triunfal, como triunfal es el cortejo que nos anuncia. Pero también con momentos de intimidad, como íntima es la comunión.
Y las glorias. Las devociones populares de ahora y de siempre estarán representadas y cerrarán la primera parte de este concierto, simbolizadas en  “Auxilium Christianorum”, compuesta por Jaime Teixidor, que nos recordará con sus sones la sin par alegría juvenil de la Virgen salesiana, con cánticos marianos que nos enseñaron nuestras madres, y a ellas nuestras abuelas. Mi Corazón en ti confía, Virgen María Sálvame.
Escuchemos ahora esta primera parte del concierto, y abramos nuestros corazones a la bellísima propuesta musical que nos hace la banda María Santísima de la Esperanza, bajo la dirección de D. Fco. Javier León.






Fotografía tomada de la web de la Banda Mª Stma. de la Esperanza

  

SEGUNDA PARTE:


Hemos oído la devoción de un pueblo, en sus tres facetas: Penitencial, sacramental y gloriosa. Con los ojos cerrados hemos visto pasar ante nosotros a Cristo crucificado seguido por un sublime paso de palio de elegante mecida. Hemos sentido a Jesús vivo, alimento de nuestro espíritu, custodiado por una torre de plata.  Y a la Virgen María, madre de los cordobeses, con el niño en brazos, coronada por la alegría de su pueblo. Es tiempo, ahora, de Esperanza. De confiar en la madre amorosa que nos cobija en su manto verde y que intercede por nosotros ante su hijo. Y la esperanza es ilusión. Y es alegría. Y es elegancia en la noche cordobesa. Y es sentimiento y cariño. Y es oración.
“Una Oración a la Virgen”, es el acertado título de la marcha que vamos a tener el privilegio de conocer hoy por vez primera, y ha sido compuesta para María Santísima de la Esperanza por D. José Manuel Bernal Montero.
D. José Manuel Bernal es un referente en la música procesional actual. Un Alcalaíno que nació y vive para la música. Formado en los conservatorios superiores de Sevilla, la Coruña, y Taller de Música de Barcelona, posee profundos conocimientos de armonía, contrapunto y fuga,  dirección de banda, pedagogía,  instrumentación y composición… Su actividad profesional ha sido frenética, formando parte de orquestas de cámara y quintetos de metales. Colaborando asiduamente como instrumentista para Radio televisión española y Radio televisión Andaluza. Habiendo sido profesor de los conservatorios elemental de Valverde del Camino, profesionales de Melilla y Huelva, y superior de Sevilla. Director de la banda municipal de Estepona, y desde 1996 a la actualidad director de la prestigiosa sociedad filarmónica “Virgen de la Oliva”, de Salteras. Banda que, entre otras cosas, nos deleitó con su generosa entrega,  profesionalidad y exquisito gusto en la memorable salida extraordinaria de Ntra. Sra. Reina de los Mártires, en el 2005, y en el más reciente 450 aniversario de la hermandad de las Angustias, para goce de los cofrades cordobeses.

En su faceta de compositor  se desenvuelve de forma magistral en la marcha fúnebre y solemne, donde ha escrito obras magníficas como "Jesús de las Penas, una Oración", la que a decir de muchos, aunque no de él mismo, es quizás su mejor obra. "Dominus Flevit", que pudimos apreciar con todos sus matices en septiembre de 2008 tras la Virgen de las Angustias,  "Cristo de los Cruceros", "Crux Inminsa", "María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso" , "Al Cachorro"…
Ha cultivado también con gran acierto  el género más clásico de marcha con cornetas, donde ha brillado con composiciones como "Museo" y "La Estrella en Sevilla". Su obra se caracteriza por una profunda inspiración que le lleva a escribir melodías muy desarrolladas y profundas. Nada pendientes del andar costalero, y sí muy atento a lo que la Imagen sugiere.
Instrumentista excepcional, a él le debemos la prodigiosa adaptación de la obra Margot, de Joaquín Turina. Bernal tomó una reducción para piano, en la que narraba una escena ambientada en la Semana Santa, y dando la voz femenina al oboe y la masculina a la trompeta consiguió adaptarlo como marcha sin perder ni un ápice de fidelidad al original, para inmenso disfrute de los amantes de la música procesional.
Y en esta ocasión nos regala una oración musical como homenaje a María Santísima de la Esperanza. Esta obra además, incluye una bella plegaria de la que es autor vuestro hermano José Prieto Sicilia. Uno de los vuestros. Un miembro de la banda. Un hermano. Un brillante periodista, de insultante juventud, capaz de conmovernos  e invitarnos a la reflexión cada vez que toma la pluma, y al que le mueve sobre todas las cosas su profunda devoción a la Virgen de la Esperanza.
A su saber hacer como escritor se debe, como decíamos, la plegaria a modo de salve, que será cantada por la tuna de la facultad de Medicina, a la que desde aquí le agradecemos sinceramente su colaboración.



A la interpretación de este estreno le seguirá otra joya del patrimonio musical de la hermandad.   “La Esperanza”, de D. José de la Vega.  La obra de un genio modesto, inscrita en su amor a las grandes devociones cordobesas. Quien nos mostró la devoción de Córdoba a su madre dolorosa, con una marcha que nos evoca un viernes de denso terciopelo negro y corazón traspasado por siete puñales. Quien nos trasladó entre borlones mecidos bajo una crestería de plata para consolar a una reina que camina junto al discípulo amado. Quien nos traslada al Gólgota siendo con sus notas cirineos de Jesús del Calvario. El autor de “Valle de Sevilla”, “Servitas de San Marcos”, “Esperanza Divina Enfermera”… Nos enseña aquí a María Santísima de la Esperanza como Córdoba la ve cada Domingo de Ramos. Como su cansada candelería huele a miel cuando viene por Capuchinos. Como por Santa Marina su fleco de bellota acaricia con su compás el varal que labrara Jesús Domínguez.   La marcha de D. José es como el palio de la Esperanza. Luminoso y valiente.
Fotografía de la web de la banda M. Stma. de la Esperanza



Y finalmente, la obra de D. Pedro Morales, “María Santísima de la Esperanza”, culminará el concierto extraordinario como lo hace una maría de cera rizada en una candelería bien dispuesta.  Con alegría. Con ritmo. Con belleza. Con armonía.  Como el clavel que remata una bella piña de flor. Como el azahar que esparce su aroma entre la orfebrería.  Con el cariño con el que este gran autor aporta a sus celebradas composiciones.

Este hermoso ramo de flores es el que ahora va a ofrendar su banda   a María Santísima de la Esperanza.  Por ello solo nos resta pedirle a D. José Manuel Bernal que, si es tan amable, tome la batuta y nos descubra con el estreno de su obra, cómo rezan a la Virgen de la Esperanza los músicos de Andalucía. 


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