Texto de la presentación del concierto con el que la Banda de Música María Santísima de la Esperanza estrenó la composición de José M. Bernal "Una Oración a la Virgen", dedicada a la Virgen de la Esperanza.
Fotografía de Agustín Camargo
PRIMERA PARTE:
Reverendo
Padre D. Pablo Calvo. Hermana Mayor y Junta
de Gobierno de la Ilustre y Venerable Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre
Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza. Músicos. Cofrades.
Hermanos míos en Cristo:
En 1949,
el insigne compositor D. Pedro Gámez Laserna tuvo a bien dedicarle a mi
hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte la sublime marcha “Saeta
Cordobesa”. Es de todos conocida la
anecdótica respuesta del Hno. Mayor: Le agradecemos el interés, pero hemos de
advertirle que la nuestra es una hermandad de silencio.
D.
Pedro, que a la par de genial músico debía de ser un alma generosa, no se desanimó por aquella
respuesta, y no solo mantuvo su dedicatoria al Stmo. Cristo de la Buena Muerte,
sino que a los tres años obsequió a la cofradía con la bellísima plegaria
musical “Salve Regina Martyrum”.
Con
cierto paralelismo, cuando la banda María Santísima de la Esperanza me obsequió
con el gesto de dejarme presentar este
concierto, mi primera respuesta fue pareja a la de quien fue mi Hermano Mayor:
“Muchas gracias, me siento muy honrado. Pero yo soy de silencio”.
Y la
vuestra, a su vez, tan comprensiva y
generosa como la de D. Pedro: “No nos importa. No te preocupes”.
Por ello
es para mí un verdadero orgullo dirigirles ahora la palabra, pero no puedo
ocultarles cierta sensación de temerario atrevimiento. Una osadía que en mi
interior intento mitigar pensando constantemente que, al fin y al cabo, estoy
hablando para mis amigos, y no me lo tendrán en cuenta.
En
cofradías, la medida del tiempo es distinta. Medimos los tiempos cortos por
lustros o décadas, y los largos por siglos. Por eso podría decirse que fue ayer
cuando un reducido grupito de personas, que unían a su condición de cofrades su
afición por la música, decidió emprender la loca aventura de formar una banda.
Y tuvieron la fortuna de que esa semilla, como en la parábola del sembrador,
cayera en la tierra fértil de la
Hermandad de la Esperanza y diera frutos, por supuesto verdes, al ciento por uno.
Es la
Esperanza una cofradía de bellos titulares, de profundos sentimientos en
absoluto enfrentados a su contagiosa alegría, y de hospitalidad sin límites. Su
ancla, el ancla de la Esperanza, sirvió
para que esta ilusión no naufragara en el tormentoso mar de los proyectos
frustrados.
A pesar
de ello, nada fue fácil en aquellos momentos iniciales, pero sus rectores
tuvieron muy claros los principios básicos que iban a regir la banda, y que
harían de ella la formación de la que hoy disfrutamos.
Uno de
esos principios sería la recuperación de composiciones cordobesas antiguas, desgraciadamente
olvidadas a fuerza de silenciarlas tras nuestros titulares, cuando no
directamente menospreciadas. Recuperar
para mayor gloria de la semana santa cordobesa la obra de Martínez Rucker. De
Eduardo Lucena. De Báez. De Melguizo, de Bedmar… Composiciones cordobesas que
hoy nos llenan de legítimo orgullo, pero que antes de ayer ignorábamos.
Otro, la capacidad para entender a la
perfección el carácter de cada cofradía, de cada titular y de cada momento. Y
así acompañar triunfante a la Esperanza con la exuberante alegría que Ella va
derrochando por las calles cordobesas, donde hasta los aromáticos gladiolos que
con frecuencia la exornan hacen las veces de cornetas que anuncian su paso. A la que es a la vez joven y seria, cisterciense, capuchina y lasaliana Reina de
los Ángeles, con la elegancia y majestuosidad
de las notas de Gámez, De la Vega, y recientemente Lozano, con una obra, La
Sangre y la Gloria, de emotiva belleza. A Nuestra Sra. de las Lágrimas con la
solemnidad que Melguizo probablemente hubiera soñado para su palio malva y oro.
A la Soledad del Caído como una tanda de
lentos naturales, con la izquierda muy baja, con un aire cordobés y torero. A
su Divina Majestad con el estilo eucarístico y sacramental que nunca debería
abandonar al Rey de Reyes y Amor de los Amores. A cada gloria: Socorro, Carmen, Ángeles, Inmaculada… con su
sello personal, sus composiciones, su alegría y su entorno. Sabiendo darle a
cada uno lo que el momento requiere. Basándose para ello en un profundo
conocimiento de la música procesional, pero también del mundo cofrade de
nuestra ciudad. Para eso, señores músicos de la Esperanza, no basta con ser
buen músico. Hay que ser cofrade, y ustedes lo son. Cofrades como hay pocos.
El
tercero de esos principios lo constituye el estreno de bellas marchas que
conforman un impresionante corpus propio para la madre de Dios, como la que ya
es un símbolo de la formación, “Tras tu verde manto”, o “La Esperanza de María”,
o “Spes Nostra Salve”, nacidas del conocimiento y el cariño que algunos de
vosotros derrocháis hacia María Santísima de la Esperanza, o la bella Marcha de
Gámez Varo, la de D. José de la Vega, o la que hoy tendremos el privilegio de
conocer por vez primera. “Una Oración a la Virgen”, de D. José Manuel Bernal,
con letra también de uno de vosotros, José Prieto… En definitiva un cuidado conjunto
de composiciones de gran calidad, dedicadas a la sin par Virgen morena de
Cerrillo que cada Domingo de Ramos inflama los corazones de quienes la vemos y la
oímos pasar.
Pero, en
realidad, estos principios se concentran en uno solo que los resume, y que es
lo que verdaderamente hace diferente a
esta banda: La búsqueda constante, casi benditamente obsesiva, de la calidad.
Del cuidado exquisito en lo que se hace. En la composición, en la
interpretación, en la formación de sus componentes más jóvenes… Con el mismo
cuidado con que un entregado prioste plantea y funde una candelería. Con la
misma amorosa dedicación con que las camareras preparan el ajuar de María. Con el mismo reverencial
respeto con que cada hermano prepara su túnica, la viste, y se encamina a su
templo. Con el mismo celo con que los
buenos costaleros se hacen la ropa. Así cuida la música procesional la banda
María Santísima de la Esperanza.
En la
primera parte de este concierto vamos a tener el placer de escuchar la
penitencia. Veremos, a través de los sonidos, la Semana santa por las calles
encaladas de nuestra ciudad, en las que se recortará la sombra de un Cristo
muerto en su Cruz, gracias a la marcha “Saeta Cordobesa”, compuesta, como
dijimos, por D. Pedro Gámez Laserna y dedicada al Cristo de la Buena Muerte.
Grandísima composición orgullo de los cofrades de nuestra ciudad. Clásica y
virtuosa. Verdadero himno de nuestra semana santa que, aunque nosotros en otro
tiempo casi olvidamos en favor de extrañas melodías, ha sido interpretada por las grandes bandas
por toda Andalucía, erigiéndose por mérito propio en el auténtico estandarte de
la Córdoba cofrade.
fotografía de D. Antonio López Peláez
Tras la
penitencia, la Eucaristía, con su rojo y blanco cortejo sacramental, y a “Saeta
Cordobesa” le seguirá otra magistral obra. “El Corpus”. Hermosa composición que
nos anuncia la inmediatez de la procesión de Su Divina Majestad. Nunca debemos
cansarnos de agradecer la labor de investigación y difusión de Patrimonio
Musical, que desveló la autoría de Braulio Urialde para esta bella marcha que se tuvo por anónima durante
mucho tiempo. Nos traerá noticias de juncias en los suelos y de cielo azul y
luminoso para el Señor. Sonará alegre y triunfal, como triunfal es el cortejo
que nos anuncia. Pero también con momentos de intimidad, como íntima es la
comunión.
Y las
glorias. Las devociones populares de ahora y de siempre estarán representadas y
cerrarán la primera parte de este concierto, simbolizadas en “Auxilium Christianorum”, compuesta por Jaime
Teixidor, que nos recordará con sus sones la sin par alegría juvenil de la Virgen
salesiana, con cánticos marianos que nos enseñaron nuestras madres, y a ellas
nuestras abuelas. Mi Corazón en ti confía, Virgen María Sálvame.
Escuchemos
ahora esta primera parte del concierto, y abramos nuestros corazones a la
bellísima propuesta musical que nos hace la banda María Santísima de la
Esperanza, bajo la dirección de D. Fco. Javier León.
Fotografía tomada de la web de la Banda Mª Stma. de la Esperanza
SEGUNDA
PARTE:
Hemos
oído la devoción de un pueblo, en sus tres facetas: Penitencial, sacramental y
gloriosa. Con los ojos cerrados hemos visto pasar ante nosotros a Cristo
crucificado seguido por un sublime paso de palio de elegante mecida. Hemos
sentido a Jesús vivo, alimento de nuestro espíritu, custodiado por una torre de
plata. Y a la Virgen María, madre de los
cordobeses, con el niño en brazos, coronada por la alegría de su pueblo. Es
tiempo, ahora, de Esperanza. De confiar en la madre amorosa que nos cobija en
su manto verde y que intercede por nosotros ante su hijo. Y la esperanza es
ilusión. Y es alegría. Y es elegancia en la noche cordobesa. Y es sentimiento y
cariño. Y es oración.
“Una
Oración a la Virgen”, es el acertado título de la marcha que vamos a tener el
privilegio de conocer hoy por vez primera, y ha sido compuesta para María
Santísima de la Esperanza por D. José Manuel Bernal Montero.
D. José
Manuel Bernal es un referente en la música procesional actual. Un Alcalaíno que
nació y vive para la música. Formado en los conservatorios superiores de
Sevilla, la Coruña, y Taller de Música de Barcelona, posee profundos
conocimientos de armonía, contrapunto y fuga,
dirección de banda, pedagogía,
instrumentación y composición… Su actividad profesional ha sido
frenética, formando parte de orquestas de cámara y quintetos de metales.
Colaborando asiduamente como instrumentista para Radio televisión española y
Radio televisión Andaluza. Habiendo sido profesor de los conservatorios
elemental de Valverde del Camino, profesionales de Melilla y Huelva, y superior
de Sevilla. Director de la banda municipal de Estepona, y desde 1996 a la
actualidad director de la prestigiosa sociedad filarmónica “Virgen de la Oliva”,
de Salteras. Banda que, entre otras cosas, nos deleitó con su generosa entrega,
profesionalidad y exquisito gusto en la
memorable salida extraordinaria de Ntra. Sra. Reina de los Mártires, en el
2005, y en el más reciente 450 aniversario de la hermandad de las Angustias,
para goce de los cofrades cordobeses.
En su
faceta de compositor se desenvuelve de
forma magistral en la marcha fúnebre y solemne, donde ha escrito obras
magníficas como "Jesús de las Penas, una Oración", la que a decir de
muchos, aunque no de él mismo, es quizás su mejor obra. "Dominus
Flevit", que pudimos apreciar con todos sus matices en septiembre de 2008
tras la Virgen de las Angustias,
"Cristo de los Cruceros", "Crux Inminsa",
"María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso" , "Al
Cachorro"…
Ha
cultivado también con gran acierto el
género más clásico de marcha con cornetas, donde ha brillado con composiciones
como "Museo" y "La Estrella en Sevilla". Su obra se
caracteriza por una profunda inspiración que le lleva a escribir melodías muy
desarrolladas y profundas. Nada pendientes del andar costalero, y sí muy atento
a lo que la Imagen sugiere.
Instrumentista
excepcional, a él le debemos la prodigiosa adaptación de la obra Margot, de
Joaquín Turina. Bernal tomó una reducción para piano, en la que narraba una
escena ambientada en la Semana Santa, y dando la voz femenina al oboe y la
masculina a la trompeta consiguió adaptarlo como marcha sin perder ni un ápice
de fidelidad al original, para inmenso disfrute de los amantes de la música
procesional.
Y en
esta ocasión nos regala una oración musical como homenaje a María Santísima de
la Esperanza. Esta obra además, incluye una bella plegaria de la que es autor
vuestro hermano José Prieto Sicilia. Uno de los vuestros. Un miembro de la
banda. Un hermano. Un brillante periodista, de insultante juventud, capaz de
conmovernos e invitarnos a la reflexión
cada vez que toma la pluma, y al que le mueve sobre todas las cosas su profunda
devoción a la Virgen de la Esperanza.
A su
saber hacer como escritor se debe, como decíamos, la plegaria a modo de salve,
que será cantada por la tuna de la facultad de Medicina, a la que desde aquí le
agradecemos sinceramente su colaboración.
A la
interpretación de este estreno le seguirá otra joya del patrimonio musical de
la hermandad. “La Esperanza”, de D.
José de la Vega. La obra de un genio
modesto, inscrita en su amor a las grandes devociones cordobesas. Quien nos
mostró la devoción de Córdoba a su madre dolorosa, con una marcha que nos evoca
un viernes de denso terciopelo negro y corazón traspasado por siete puñales.
Quien nos trasladó entre borlones mecidos bajo una crestería de plata para
consolar a una reina que camina junto al discípulo amado. Quien nos traslada al
Gólgota siendo con sus notas cirineos de Jesús del Calvario. El autor de “Valle
de Sevilla”, “Servitas de San Marcos”, “Esperanza Divina Enfermera”… Nos enseña
aquí a María Santísima de la Esperanza como Córdoba la ve cada Domingo de
Ramos. Como su cansada candelería huele a miel cuando viene por Capuchinos.
Como por Santa Marina su fleco de bellota acaricia con su compás el varal que
labrara Jesús Domínguez. La marcha de
D. José es como el palio de la Esperanza. Luminoso y valiente.
Fotografía de la web de la banda M. Stma. de la Esperanza
Y finalmente,
la obra de D. Pedro Morales, “María Santísima de la Esperanza”, culminará el
concierto extraordinario como lo hace una maría de cera rizada en una
candelería bien dispuesta. Con alegría.
Con ritmo. Con belleza. Con armonía. Como el clavel que remata una bella piña de
flor. Como el azahar que esparce su aroma entre la orfebrería. Con el cariño con el que este gran autor
aporta a sus celebradas composiciones.
Este
hermoso ramo de flores es el que ahora va a ofrendar su banda a
María Santísima de la Esperanza. Por
ello solo nos resta pedirle a D. José Manuel Bernal que, si es tan amable, tome
la batuta y nos descubra con el estreno de su obra, cómo rezan a la Virgen de
la Esperanza los músicos de Andalucía.
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