sábado, 26 de abril de 2014

El ritual de la Cera

Publicado en ABC el 30  de marzo de 2012

Foto ABC


El ritual de la cera


Cae la noche en Córdoba. Las últimas tiendas se cierran y los vecinos del barrio van volviendo a sus hogares. Sin embargo, a la iglesia de San Lorenzo  va acercándose un goteo de personas que  discretamente golpea la madera de sus puertas ya cerradas. La respuesta que reciben del interior del templo es invariable: “Por atrás”.    
Alfonso Lozano, miembro de la junta de gobierno de la hermandad del Calvario, abre la puerta de la sacristía, y tras unos breves saludos, en voz más bien baja en atención al lugar, los recién llegados se distribuyen por el templo. Algunos se dirigen al portentoso paso del Nazareno para ultimar sus detalles de cara a su estación de penitencia. El resto busca el palio entre los pilares de la nave lateral. Sobre él está ya situada Nuestra Señora del Mayor Dolor. Frente al paso, Fernando Morillo-Velarde Chiclana, hermano de honor de la cofradía, se afana en la colocación de los últimos candeleros de plata.
Los trabajos sobre la candelería del Mayor Dolor no han comenzado hoy, en realidad. Se iniciaron hace varios meses, con una labor previa de diseño, en la que Fernando Morillo-Velarde y Alfonso Lozano fueron ideando la composición que pretenden realizar, plasmándola sobre un papel en forma de esquema, en el que han apuntado la altura y el grosor de cada cirio que precisan. De su acierto en ese punto dependerá gran parte del resultado estético en la calle. Recibido el pedido y comprobada su corrección, cada cirio se ha limpiado meticulosamente y clasificado por alturas y calibres, encontrándose ahora dispuesto ordenadamente sobre un paño.
 Alfonso lozano y Fernando Morillo comentan con ABC la disposición pensada. Sigue la línea de la que en su día planteara el prioste sevillano del Silencio y el Valle Manuel Palomino, completándola con nuevas piezas que desde entonces ha ido adquiriendo la hermandad. 98 candeleros, con calibres que oscilan entre los 50 y los 35 milímetros, a los que se suman 6 cubillos fijados a la peana de la Virgen, proporcionarán 104 puntos de luz para Nuestra Señora del Mayor Dolor. La candelería, alta y rematada en pico, tendrá caídas simétricas hacia cada varal y hacia la calle central, además de una pendiente decreciente que facilitará la iluminación del rostro y la saya. La mayor densidad se producirá en las tandas más bajas, donde se ha agrupado un gran número de candeleros, dejando libre solo el sitio justo para los violeteros del frontal, que integrarán la flor en la composición.
 Entre tanto, Álvaro Doctor emplea uno de los pocos artilugios tecnológicos que esta antigua ceremonia ha admitido con el tiempo: un cilindro de aluminio con una cuchilla y una resistencia eléctrica con el que afila metódicamente el extremo inferior de cada cirio. Las virutas de cera pura resultantes serán usadas posteriormente para fundir cada vela. Aunque Doctor introdujo el novedoso invento en Córdoba, insiste en que se reconozca el mérito de la invención a un cofrade sevillano, conocido como Antonio “el Calamar”.
Mientras Morillo Velarde comprueba que cada cirio ha sido afilado hasta el punto deseado, Lozano se ha subido al paso, y comienza a envolver cuidadosamente los excelentes candeleros de plata con papel fijado mediante cinta de carrocero. La finalidad es mantenerlos intactos de las salpicaduras que se producirán al fundir la cera e insertar el cirio. Lozano pone especial atención en el sellado de cada cubillo, en una labor que no es rápida, porque cada pequeño proceso relacionado con la candelería se realiza con meticulosidad extrema.
En una pequeña jarra metálica se ha calentado cera, procedente de las raspaduras anteriores, hasta la temperatura que Morillo considera óptima, lo que comprueba acercando al rostro la cantarilla.  La colocación se inicia por las tandas superiores. Tras dejar caer en el interior la cantidad justa de cera fundida, se introduce el cirio, previamente limpiado con un trapo por enésima vez. En breve comienza a fraguar, endureciéndose poco a poco la cera hasta mantener sólidamente la vela. En el frontal y el costero del paso, la aguda visión de sus colaboradores detecta la menor incorrección en la verticalidad, que se corrige sin dificultad en esta fase del fraguado previa a la solidificación. Morillo no es partidario de acelerar el proceso enfriando los candeleros con un paño humedecido, pues, según él, un enfriamiento demasiado rápido podría contraer en exceso la cera dificultando la fijación. Sucesivamente va fundiendo primero uno de los paños para después acometer el otro. Hacerlo así le facilita maniobrar con cierta comodidad entre la cera.
Es ya de madrugada cuando ABC abandona San Lorenzo. Lozano, Morillo-Velarde y Doctor continúan con su tarea en la que con seguridad les sorprenderán las primeras luces, y muy probablemente continuarán otra noche más, con solo breves paradas para un bocadillo o un refresco.
Foto de Agustín  Camargo

domingo, 16 de marzo de 2014

La Catedral. ¿Dónde si no?

Publicado en Córdoba Cofrade especial Vía Crucis Magno.

La Catedral. ¿Dónde si no?
fotografía de Victor olivencia.


«Nunca ha sido tan bonita esta Catedral, como hoy, llena de cofrades creyentes, que se gozan de pertenecer, en el seno de la Iglesia Católica, a su propia Cofradía.»
Con estas palabras, monseñor Demetrio Fernández agradecía de corazón la asistencia de las cofradías al Vía Crucis magno de la Fe, y al posterior acto de adoración eucarística en la Santa Iglesia Catedral, y destacaba una vez más, -y son ya demasiadas veces para seguir ignorándolo-, la importancia que para la Iglesia de Córdoba tiene el hecho de que las cofradías comparezcan a la Catedral. Ya en el 2010, en esta misma publicación de la Agrupación de Cofradías, el obispo firmó que  «Ojalá todas las cofradías de Córdoba puedan incluir en su procesión el paso por la Catedral. Será un dato que honra a la cofradía y un elemento que enriquece a la Catedral, como templo principal de la diócesis»
 A su vez, parafraseando la frase del pastor, podría decirse que nunca las cofradías han sido tan bonitas como en la Catedral, gozándose de pertenecer plenamente a la Iglesia Católica.
Foto Victor Olivencia.

Bonitas en un sentido puramente estético, pues la belleza inigualable de las hermandades en el primer templo y su entorno no tienen parangón en parte alguna. Cruzando el Arco de Bendiciones alcanzan las cofradías una perfección que deleita los sentidos y conmueve los corazones de cuantos puedan observarlas.  
Bonitas,  porque Jesús Sacramentado está presente y expuesto al paso de las cofradías en semana santa, salvo, obviamente, los días en los que litúrgicamente no procede, para que los hermanos realicen allí un acto de adoración. Si bien es verdad que el mismo Dios vivo está igualmente presente en otros lugares para ese fin, no es menos cierto que son minoría las hermandades que no encaminándose a la Catedral, realizan estación en algún templo para adorar allí al Santísimo, verdadero eje de la vida del católico.
Bonitas, sobre todo, espiritualmente. Porque compareciendo en la Catedral las cofradías simbolizan su plena identificación con la diócesis, como miembros de la iglesia militante, eliminando así la interesada banalización con que el movimiento cofrade es visto por parte de algunos sectores, empeñados en convertirlo en mero espectáculo folclórico y turístico,  y además reivindican la Santa Iglesia Catedral, antigua mezquita, como templo indiscutiblemente católico en un momento en que parece más necesario que nunca hacerlo, a la vista de la creciente corriente laicista que puebla los medios de comunicación intentando crear una opinión opuesta a su actual uso.
Foto Victor olivencia.


Por supuesto el camino es difícil, plagado de obstáculos como la dificultad de accesos, la conveniencia de acometer pequeñas reformas, la necesidad de esmerar la seguridad y la coordinación, como se evidenció en el pasado Vía Crucis, la urgencia de una segunda puerta, etc. Pero se hace muy difícil creer que quien haya visto a su imagen titular en las naves catedralicias pueda preferir otro marco, físico y espiritual, para la misma.
Así pues, cofrades de Córdoba, propongámonoslo con firmeza, sin prisa pero sin pausa, y tras un minucioso estudio, recojamos el deseo claramente manifestado de nuestro obispo, dignifiquemos nuestra estación de penitencia, adoremos al Santísimo, sintámonos plenamente integrados en la Iglesia, y defendámosla identificándonos indubitablemente con ella,  acudiendo a la Santa Iglesia Catedral.

El pasado Vía Crucis Magno de la Fe supuso la mayor concentración de personas en la historia de la ciudad. Los medios de comunicación se esforzaron para darle la dimensión que requería. Fue presenciado por televisión en dieciséis países, además de en toda España. Presentó las cofradías cordobesas al mundo entero ofreciendo una conjunción única de belleza y fe, de monumentalidad y oración, que ha asombrado a propios y extraños. Pero sobre todo, nos mostró, indubitablemente, donde está la excelencia. Cuál es el camino. Nuestros sagrados titulares, nuestras corporaciones, las futuras generaciones de cofrades, y por extensión la Córdoba entera, no se merecen que lo ignoremos.

jueves, 20 de febrero de 2014

Simbología vegetal


Cuando la catequesis brota del arte



¿Cómo podría la madera tallada de un paso hablar al espectador de la unión del pueblo cristiano en la Iglesia? ¿De qué manera el bordado de un manto con hilos de oro nos explicaría la perfección de María, o su concepción sin pecado? ¿Cómo el orfebre aludiría a la pasión de Jesús sin labrar a Jesús mismo?
Para enviar este tipo de mensajes, la Iglesia ha usado desde tiempo inmemorial los símbolos. Sin embargo, según el arqueólogo y pregonero de la semana santa cordobesa Enrique León, la iglesia occidental con el tiempo ha perdido en gran medida esa capacidad intuitiva para interpretar lo simbólico, mientras que en la oriental se ha mantenido casi intacta. Es por esa razón que algunos símbolos pueden escapar a la interpretación en un primer vistazo rápido, más aún si se camuflan entre la abigarrada decoración tan del gusto cofrade. Es la intención de estas líneas acercar al espectador, no necesariamente introducido en el mundo de las cofradías, a la lectura de estos bellos elementos simbólicos que muestran nuestras hermandades, comenzando por los de naturaleza vegetal.

Fotografía tomada de  http://www.andresvalverde.es

A modo de ejemplo, situémonos en la calle Juan de Mesa el miércoles Santo. El  flamante canasto de la Misericordia pasará casi rozándonos, y observaremos necesariamente unos carnosos frutos de granada entre las volutas doradas. Acaso podamos pensar que los artistas las han puesto en ese lugar por rellenar caprichosamente un espacio, pero nada más lejos de la realidad. La granada está formada por innumerables granos iguales en apretada formación, y del mismo modo el pueblo cristiano forma la Iglesia universal por la unión de todos y cada uno de los fieles. Ya San Juan de la Cruz incidió en este simbolismo, en el que además veía en la dulzura del jugo el gozo del alma que ama y conoce a Dios.
Podemos ver granadas talladas en diversos pasos, como el citado de la Misericordia, el no menos impresionante del Calvario, en la madrugada en las cresterías del paso de la Buena Muerte, o, siguiendo un bordado renacentista, en la más reciente de las sayas de Nuestra Señora del Desconsuelo.


foto de la web www.bordadossalteras.com

Es posible que el fruto se presente mezclado con otros, y con diversas flores más o menos idealizadas, que manando de un cuerno se desbordan por la superficie a decorar. Es la cornucopia o cuerno de la abundancia. Símbolo antiguo muy utilizado en decoración  que con el cristianismo adquirió un nuevo significado. Téngase en cuenta que en determinadas culturas se usaban cuernos para contener bebidas o alimentos, por lo que su sentido es el de abundancia de bienes.  Así, para los cristianos, representa exactamente lo mismo solo que los bienes que se derraman son de tipo espiritual, alimento del alma que mana de la gracia divina. Ejemplos de cornucopias pueden encontrarse en el mismo paso de la Misericordia, en los extraordinarios del Calvario o Coronación, o bordados como en los simpecados de la Estrella o el Sepulcro.

En esa misma estrechura de la Calle Juan de Mesa, forzada la mirada hacia el completo muestrario de simbolismo que es el paso de la basílica de San Pedro, quizás descubramos, más pequeños e idealizados, otros frutos que identificaremos como castañas. Más escondidas entre guirnaldas, también estarán presentes el Viernes Santo, adquiriendo su significado más preciso, en el arquitectónico y extraordinario paso del Sepulcro, ya que el sentido de este fruto es llamar al observador a la meditación sobre la muerte. La fecha en que aparece este fruto otoñal, aparentemente seco pero lleno de vida en su interior, coincide con los días de difuntos, lo que ha favorecido esa asociación de ideas.

Foto de Carlos S.J.

Pero volvamos a ese miércoles ideal en el que el paso de la Misericordia nos aprisionó física y mentalmente. Optemos ahora por buscar la cofradía de la Paz en el entorno de la calle Osario. Al contemplar el radiante paso de la Virgen probablemente nos llame la atención, entre la inmaculada blancura que la rodea, una verde rama de olivo en sus manos. Observando con detenimiento quizás podamos ver que porta en la otra un colgante en el que de nuevo el olivo, esta vez de plata, se mezcla con un ancla. Los pueblos mediterráneos han tenido en el olivo, desde tiempo inmemorial, un símbolo de bienestar. Para los cristianos ya aparece citado en el Génesis cuando, al traerlo una paloma en su pico, anuncia a Noé el final de las tribulaciones y desventuras. El olivo es por ello símbolo de la paz, y en ese sentido lo utiliza la virgen de tan bella advocación.

Flor de pasión en la mano de la Virgen del subterráneo, de Sevilla www.lagubiayeltas.us

No será la única muestra de un hermoso atributo simbólico portado en las manos de una imagen mariana. El lunes santo, por ejemplo, desde la Huerta de la Reina se presentará a la ciudad la Virgen de la Estrella sosteniendo una magnífica interpretación en plata de una flor de la pasión. Esta planta trepadora, también conocida como rosa de pasión o pasionaria, presenta en la naturaleza filamentos que recuerdan la corona de espinas, cinco estambres amarillos que se comparan con las cinco llagas, y tres estigmas color púrpura coincidentes en forma y número con los clavos. Además su color es morado, por lo que se ha usado tradicionalmente para representar la pasión del Señor.


foto de www.lahornacina.com

Veremos otras rosas, pero del tipo tradicional, adornando su espléndida saya y su toca sobremanto del mismo modo que lo hacen con numerosas imágenes de María y alguna de Cristo. Alcanzan éstas un significado diferente. La rosa es bella y compleja, por lo que se asocia fácilmente con la perfección. La Virgen María ha sido llamada numerosas veces <<la rosa sin espina>>. Precisamente esta asociación de María con la Rosa está en el origen de la devoción del Santo Rosario, por lo que la flor estará muy presente el viernes santo en el palio de la dolorosa de San Pablo. Hermosas rosas aparecerán también en simpecados y estandartes, esbozada en bambalinas, o en la pálida mano de la Virgen de Gracia y Amparo. Alguna vez la veremos en cristos como el de Vera Cruz, prendida de su túnica, porque también se asocia la perfección de esta flor y la forma de sus pétalos con la preciosa sangre del Salvador.
Lirios en el estandarte de Santa Faz. Foto de J.M.L.V.

Pero la flor que predominará en las imágenes marianas por encima de las demás será la azucena o lirio, ya que se identifica con la pureza virginal de la Virgen María. Es común además que aparezca en grupos de tres, indicando la virginidad de la Madre de Dios antes, durante, y después del parto. Es un símbolo muy común en arte. Botticelli y  Leonardo da Vinci representan al arcángel Gabriel entregándole lirios a la virgen en sus famosos cuadros de la Anunciación, y el Greco o Murillo lo usan para sus inmaculadas. El origen del símbolo es sobre todo bíblico. El Cantar de los Cantares se refiere al lirio entre cardos, lo que se ha asociado siempre con María.
Por eso es frecuente encontrar azucenas o lirios en los simpecados, ya que estas insignias tienen por objeto exaltar la concepción inmaculada de la Virgen. “Lirio blanco de la Trinidad” es el apelativo que recibe de sus cofrades la Virgen de la Hermandad de la Santa Faz, y prodiga esa flor en el remate de los varales de su palio, además de portarla de plata en su mano. También el estandarte corporativo las muestra, magníficamente bordadas por Pérez Artés. Las mismas manos las han bordado, primorosas, para la más reciente saya de la Virgen de los Dolores, y azucenas podemos ver también, de orfebrería, en la base de los varales de la Concepción. Pero no es exclusivo de la Santísima Virgen, ya que ocasionalmente podemos encontrarlo en imágenes de Cristo, reforzando la idea de pureza,  de perfección, de ausencia de pecado y de santidad. El lirio agrupa sus pétalos de tres en tres, por lo que recuerda además  a la santísima Trinidad. Así, ese mágico lunes Santo de contrastes, al elevar la mirada entre la nube de incienso envuelve al Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas, veremos que los clavos que le unen al madero se han transformado en unas excepcionales azucenas de oro.


Uvas y espigas en la saya del Cordero, de la Virgen de los Dolores.

La primera hora de la tarde del Jueves Santo tiene una luz especial. Luz que a Córdoba viene desde poniente en el paso de la Cena, representando la institución de la eucaristía en ese día. Por eso uvas y espigas salpican el cortejo, adquiriendo mayor dimensión en el paso, sobre la propia mesa, en el canasto, y en los recientes respiraderos que combinan talla y bordado. Espigas y uvas que son la materia prima del pan y el vino que se transformarán en verdadero cuerpo y verdadera sangre de Jesucristo.  Encontraremos estas uvas y espigas en estandartes sacramentales, o en aquellas piezas en las que se pretenda resaltar el sentido eucarístico, como la extraordinaria saya del cordero, de la Virgen de los Dolores, o el estandarte de la hermandad de la Estrella, anunciando su carácter sacramental.
Pero ya ha muerto el Jueves Santo. Por la Reja de Don Gome avanza sin consuelo la sin par Virgen de las Angustias mostrando el fruto de su vientre y encogiendo los corazones de quienes la ven pasar. Será realmente difícil apartar la mirada de su divino rostro. Pero si en las estrechuras que conducen a San Agustín nos vemos obligados a hacerlo, podremos observar que la moldura de su paso representa hojas de laurel entrelazadas. No tiene misterio el laurel para la cultura mediterránea, ya que con él se ha exornado tradicionalmente la cabeza de los triunfadores a modo de distinción. Y es el triunfo lo que representa aquí el laurel, pero no el triunfo terrenal, sino el triunfo de Jesús sobre la muerte.


Corona de laurel en el senatus de Buena Muerte.

Otros laureles habremos visto a lo largo de la semana santa, en los senatus de varias cofradías, pero su sentido en ellos se asocia al dominio del emperador romano para recordar que, como indica el credo, Jesús «… padeció bajo el poder de Poncio Pilato».


Palmas de martirio. Reina de los Mártires.


A desgana abandonará el atento observador la compañía de las Angustias. Pero deberá hacerlo apresuradamente, y buscar los alrededores de la Catedral para poder extasiarse en el silencioso transitar de la hermandad de la Buena Muerte. Y allí verá como la palma, la hoja de la palmera, salpica el techo de palio de Nuestra Señora Reina de los Mártires, que también la porta en la mano. En el manto, delicadamente bordada, formará una toca sobre la que apoyar su real corona, y en los respiraderos estará sostenida por relieves de mártires, mientras que Acisclo y Victoria, patrones de la ciudad, la exhibirán en el llamador. Y es que la palma es símbolo de victoria sobre las dificultades. Aparece, entre otras escenas, en el apocalipsis, de manos de ciento cuarenta y cuatro mil santos vestidos de blanco. Símbolo de ascensión, superación, y santidad, la Iglesia lo adoptó como emblema de martirio. En el palio de San Hipólito constituye una intensa referencia a los mártires sobre los que reina, como indica la letanía lauretana, la titular mariana de la cofradía.
Otras palmas habrán podido verse el Domingo de Ramos, en el cortejo de la Entrada Triunfal y bordadas en el palio y saya de la Virgen de la Palma, recordando su advocación y la procesión de las palmas que se celebra ese día.
Túnica de cardos. Gran poder.

El cardo es otro vegetal muy cofrade, ya que aglutina una importante carga simbólica. Sus hojas son grandes y con espinas, y su tallo, también espinoso, florece en el extremo superior en una única flor de color púrpura, por lo que se le asocia inmediatamente con los padecimientos del Señor camino del Calvario y su victoria sobre el sufrimiento. Mirando desde la perspectiva trasera el magnífico paso de Nuestro Padre Jesús del Calvario, veremos que la cruz del dulce Nazareno de San Lorenzo es sostenida por unos hermosos ángeles entre unos tallos florecidos de cardo natural. Cardos veremos también en la hermandad de la Expiración, a los pies de la Cruz y también en un buen manto de capilla de la Virgen del Rosario. Y cardos idealizados se aprecian también en la citada saya de Soledad de la Virgen de los Dolores, bordados en oro sobre terciopelo morado, apuntando a la azucena entre cardos del Cantar de los Cantares.


Eucaristía entre hojas de acanto. Redención de córdoba. www.laestrelladecordoba.com

No obstante, sin considerar la ornamentación efímera de los pasos, la planta  más numerosa de nuestra semana santa es la hoja de acanto, pues esta especie es  habitualmente usada en talla, bordados u orfebrería como decoración vegetal. No en vano ya en Grecia se usaba la hoja de acanto como decoración de capiteles corintios. El acanto se parece al cardo en su representación, ya que es un arbusto espinoso muy vivaz. Por ello suele representar la superación de pecados por medio de la penitencia. En ningún sitio tan apropiado como en las estaciones de penitencia de nuestras cofradías. Estilizadas hojas de acanto bordadas en oro o plata son el motivo decorativo de sayas como las del Mayor dolor, Amor o Paz. Grandes hojas de acanto de madera dorada forman los pasos de Humildad y Paciencia, Penas o Redención.

El simbolismo en nuestras hermandades abarca un espectro mucho mayor. Colores, formas, animales, herramientas, edificios, astros y un largo etcétera componen una catequesis plástica para quien observe con atención el transcurso de una cofradía.

martes, 7 de enero de 2014

Córdoba y sus otras glorias

Publicado en el Córdoba Cofrade especial Glorias, 2013




Las devociones gloriosas de la ciudad no siempre se encuentran constituidas en cofradías. Unas lo fueron, y se extinguieron en esta forma jurídica, manteniéndose sin embargo la devoción. Otras, renacidas tras un periodo de  aletargamiento, caminan hacia ese objetivo sin prisas. Algunas, por su especial vinculación con determinadas órdenes, optan por otras fórmulas asociativas. Las más, son grupos de fieles relativamente organizado pero que no se plantea su erección canónica en forma de cofradía. Devociones históricas, en muchos casos, y tan prominentes como para formar parte importante de Córdoba. El equipo de redacción de «Córdoba Cofrade» estimó que no podían quedar fuera de esta edición de la revista por el simple hecho de no estar agrupadas.

Entre esas devociones populares destaca el faro espiritual salesiano. María Auxiliadora. La bella imagen centenaria representa y ampara la ingente labor de la casa salesiana en la diócesis. Por eso, por lo extendido de su devoción, por la alegría que se transmite a toda la obra salesiana, cada 24 de mayo María Auxiliadora sale de su santuario para bendecir los corazones de quienes expectantes la veneran en la feligresía de San Lorenzo y en Córdoba entera.
Siempre procesionando por los alrededores de su colegio. Siempre orientando el camino de los pequeños y de los mayores. Siempre reflejando fielmente el espíritu salesiano, como una de las dos columnas del sueño de San Juan Bosco. En reconocimiento a este hecho, y al imparable impulso bienhechor de sus hijos, en mayo del 2009 recibió de manos del  arzobispo Asenjo, en representación del Santo Padre Benedicto XVI, la presea con la que el pontífice distinguía a la venerada imagen en su coronación pontificia. Y Córdoba entera estallaba en júbilo ese día.
Cerca, muy cerca de María Auxiliadora, en el templo que es cabeza de su misma feligresía, La Virgen de los Remedios consuela a los afligidos que, lejos de supersticiones, acuden a venerarla. Cada trece y martes baja la virgen al suelo de San Lorenzo y recibe, con sus buenas y antiguas galas, la ofrenda, el amor, y las súplicas de quienes desde todos los puntos acuden a visitarla. Devoción de siempre, alejada de modas, escucha hoy los nuevos pesares de quienes buscan su mediación corredentora.
Al sur de San Lorenzo, en el antiguo convento carmelita, hoy parroquia, de Puerta Nueva, la Virgen del Carmen acoge las oraciones de sus fieles. La Imagen, que en época de Ramírez de Arellano contaba con pujante hermandad, nunca ha dejado de sentir el amor de los devotos, aunque la corporación que cuidaba de ella sufriera distintos avatares. Hoy, un grupo parroquial con aspiraciones de convertirse algún día en cofradía jurídicamente reconocida, la Venerable Orden Tercera del Carmen y Hermandad del Santo Escapulario, vela por incrementar el culto de esta bella imagen, que ha vuelto a procesionar hace pocos años después de una breve etapa sin hacerlo. Cuenta para ello con el ánimo y la colaboración de algunos cofrades del prendimiento.
Recién recuperada para el culto público, la impresionante imagen de la Virgen del Tránsito de San Agustín ha dejado su conventual reclusión de treinta años para retornar al esplendoroso templo que siempre la cobijó. Con un notable ajuar de calidad, bien dispuesto en torno a su hermosa imagen, llama hoy la atención de los observadores, evocando un recuerdo en los mayores, y provocando admiración entre los jóvenes. La imagen yacente contó con hermandad propia, que tuvo en siglos pasados gran esplendor y elevado número de hermanos, según puede leerse en la obra «Paseos por Córdoba».

En toda España, y especialmente en Andalucía, la gran devoción de los capuchinos es la Divina Pastora de las Almas. No podía ser menos el convento al que mira de frente el Cristo de los Faroles.   La imagen capuchina renació del olvido en los años noventa, de la mano de Fray Ricardo de Córdoba. Hace unos años el Redil Eucarístico de la Divina Pastora y Beato Fray Diego de Cádiz, que tal nombre recibe el grupo de fieles que vela por su culto, venía barajando la posibilidad de crecer en número y solicitar su erección como hermandad, si bien actualmente la actividad del  colectivo pastoril de Capuchinos se ha reducido notablemente, hasta el punto de suprimir su salida. El paso dorado sobre el que procesionaba, adquirido al Cautivo de Sanlúcar de Barrameda,  ha sido usado también por la Virgen de la Fuensanta en 2011, y por el pequeño crucificado de la Conversión, de la hermandad de la Sangre, para su viacrucis extraordinario con motivo del presente año de la Fe.
Con este origen conventual, desde hace siglos la Divina Pastora ha gozado de una profunda devoción en la ciudad, como muestran las diversas imágenes que pueblan la ciudad con esa iconografía.  Así, la Parroquia de la Trinidad cuenta con una buena y antigua imagen de la divina pastora, que algunos atribuyen a Gómez de Sandoval. También en su día esta imagen gozó de la devoción de los cofrades, cuando tenía su capilla propia en el templo de San Juan de los Caballeros. Con el tiempo este templo se fusionaría hasta constituir la actual Parroquia de San Juan y todos los Santos, donde actualmente recibe el culto de su feligresía. Aunque no existe ninguna asociación de fieles en torno a ella, cuenta con la devoción de los fieles, y alguna vez ha procesionado en rosario matutino, o para presidir el altar eucarístico de la Trinidad en el Corpus, portado por el grupo joven de la Santa Faz y por alumnos de los colegios de la Obra Pía.
Recientemente, con la colaboración de la hermandad de la Pasión, el colegio Divina Pastora ha comenzado a sacar en procesión una imagen de la advocación que le da nombre. Por su parte, al otro lado del  Guadalquivir, otra divina pastora, imagen contemporánea de Miguel Ángel González Jurado, recibe culto y recorre las calles como hermandad filial o grupo joven de la Vera Cruz.


Asociado siempre a la orden jesuita, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se extiende por todo el mundo. No es ajena nuestra ciudad a esa muestra de piedad, y en la Real Colegiata de San Hipólito se venera una imagen con esta iconografía. Cada mes de Junio una asociación de fieles, agrupados como obra pastoral de la Compañía de Jesús,  saca en procesión la pesada escultura en un interesante paso, arropado por un gran número de fieles y devotos. En los últimos años, la Banda María Santísima de la Esperanza ha venido acompañando musicalmente esta procesión gloriosa, deparando momentos de sublime belleza.
En la Real iglesia de San Pablo, una gloriosa Virgen del Rosario preside la hermosa capilla barroca del lado del evangelio. Desapareció su antigua cofradía, que cada mes de octubre la acompañaba en procesión por las calles de la ciudad, más nunca se extinguió la profunda devoción que la dieciochesca imagen aglutinaba. Recientemente, la hermandad de la Expiración se ha venido encargando de reactivar esta devoción, preparando el mes de octubre un piadoso besamanos para la venerada imagen.
Extramuros, en la bella y recoleta ermita que toma su nombre, y junto al camposanto que también le debe el suyo, vuelve a recibir culto, después de un largo periodo en el olvido, la venerada imagen de Nuestra Señora de la Salud. Su reducido tamaño nunca ha sido óbice para arrastrar a un gran número de fieles a su lado. Lleno de exvotos y ofrendas de plata estuvo el pequeño templo en otro tiempo, cuando los franciscanos velaban por su mantenimiento y difusión, y la feria de ganado, origen de la que aún hoy lleva su nombre se celebraba en el entorno más inmediato.

Tras un periodo triste de desinterés y sinrazón, hoy de nuevo vuelve al culto la ermita, y con ella su pequeñita dueña de la Salud. Son ahora los esclavos de la Eucaristía, orden de origen puertorriqueño, compuesta de ejemplares frailes de gran cultura y simpático acento, los que velan por el culto al Santísimo Sacramento y a la virgencita, en torno a la cual se ha creado una asociación de fieles que busca sacarla del olvido, lo que de momento llevan a cabo en mayo, con una misa y una cabalgata hasta el recinto ferial en la que se porta un estandarte de la Virgen, además de otras actividades cultuales y culturales.

domingo, 5 de enero de 2014

"Una Oración a la Virgen"

Texto de la presentación del concierto con el que la Banda de Música María Santísima de la Esperanza estrenó la composición de José M. Bernal "Una Oración a la Virgen", dedicada a la Virgen de la Esperanza.


Fotografía de Agustín Camargo




 PRIMERA PARTE:
Reverendo Padre D. Pablo Calvo.   Hermana Mayor y Junta de Gobierno de la Ilustre y Venerable Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza.  Músicos.  Cofrades.  Hermanos míos en Cristo:
En 1949, el insigne compositor D. Pedro Gámez Laserna tuvo a bien dedicarle a mi hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte la sublime marcha “Saeta Cordobesa”.     Es de todos conocida la anecdótica respuesta del Hno. Mayor: Le agradecemos el interés, pero hemos de advertirle que la nuestra es una hermandad de silencio.
D. Pedro, que a la par de genial músico debía de ser  un alma generosa, no se desanimó por aquella respuesta, y no solo mantuvo su dedicatoria al Stmo. Cristo de la Buena Muerte, sino que a los tres años obsequió a la cofradía con la bellísima plegaria musical “Salve Regina Martyrum”.
Con cierto paralelismo, cuando la banda María Santísima de la Esperanza me obsequió con el  gesto de dejarme presentar este concierto, mi primera respuesta fue pareja a la de quien fue mi Hermano Mayor: “Muchas gracias, me siento muy honrado. Pero yo soy de silencio”.
Y la vuestra, a su vez, tan comprensiva  y generosa como la de D. Pedro: “No nos importa. No te preocupes”.
Por ello es para mí un verdadero orgullo dirigirles ahora la palabra, pero no puedo ocultarles cierta sensación de temerario atrevimiento. Una osadía que en mi interior intento mitigar pensando constantemente que, al fin y al cabo, estoy hablando para mis amigos, y no me lo tendrán en cuenta.
En cofradías, la medida del tiempo es distinta. Medimos los tiempos cortos por lustros o décadas, y los largos por siglos. Por eso podría decirse que fue ayer cuando un reducido grupito de personas, que unían a su condición de cofrades su afición por la música, decidió emprender la loca aventura de formar una banda. Y tuvieron la fortuna de que esa semilla, como en la parábola del sembrador, cayera en la tierra fértil  de la Hermandad de la Esperanza y diera frutos, por supuesto verdes,  al ciento por uno.
Es la Esperanza una cofradía de bellos titulares, de profundos sentimientos en absoluto enfrentados a su contagiosa alegría, y de hospitalidad sin límites. Su ancla, el ancla de la Esperanza,  sirvió para que esta ilusión no naufragara en el tormentoso mar de los proyectos frustrados.
A pesar de ello, nada fue fácil en aquellos momentos iniciales, pero sus rectores tuvieron muy claros los principios básicos que iban a regir la banda, y que harían de ella la formación de la que hoy disfrutamos. 
Uno de esos principios sería la recuperación de composiciones cordobesas antiguas, desgraciadamente olvidadas a fuerza de silenciarlas tras nuestros titulares, cuando no directamente menospreciadas.  Recuperar para mayor gloria de la semana santa cordobesa la obra de Martínez Rucker. De Eduardo Lucena. De Báez. De Melguizo, de Bedmar… Composiciones cordobesas que hoy nos llenan de legítimo orgullo, pero que antes de ayer ignorábamos.
 Otro, la capacidad para entender a la perfección el carácter de cada cofradía, de cada titular y de cada momento. Y así acompañar triunfante a la Esperanza con la exuberante alegría que Ella va derrochando por las calles cordobesas, donde hasta los aromáticos gladiolos que con frecuencia la exornan hacen las veces de cornetas que anuncian su paso.  A la que es a la vez joven y seria,   cisterciense, capuchina y lasaliana Reina de los Ángeles, con la  elegancia y majestuosidad de las notas de Gámez, De la Vega, y recientemente Lozano, con una obra, La Sangre y la Gloria, de emotiva belleza. A Nuestra Sra. de las Lágrimas con la solemnidad que Melguizo probablemente hubiera soñado para su palio malva y oro.  A la Soledad del Caído como una tanda de lentos naturales, con la izquierda muy baja, con un aire cordobés y torero. A su Divina Majestad con el estilo eucarístico y sacramental que nunca debería abandonar al Rey de Reyes y Amor de los Amores.  A cada gloria:  Socorro, Carmen, Ángeles, Inmaculada… con su sello personal, sus composiciones, su alegría y su entorno. Sabiendo darle a cada uno lo que el momento requiere. Basándose para ello en un profundo conocimiento de la música procesional, pero también del mundo cofrade de nuestra ciudad. Para eso, señores músicos de la Esperanza, no basta con ser buen músico. Hay que ser cofrade, y ustedes lo son. Cofrades como hay pocos.
El tercero de esos principios lo constituye el estreno de bellas marchas que conforman un impresionante corpus propio para la madre de Dios, como la que ya es un símbolo de la formación, “Tras tu verde manto”, o “La Esperanza de María”, o “Spes Nostra Salve”, nacidas del conocimiento y el cariño que algunos de vosotros derrocháis hacia María Santísima de la Esperanza, o la bella Marcha de Gámez Varo, la de D. José de la Vega, o la que hoy tendremos el privilegio de conocer por vez primera. “Una Oración a la Virgen”, de D. José Manuel Bernal, con letra también de uno de vosotros,  José Prieto… En definitiva un cuidado conjunto de composiciones de gran calidad, dedicadas a la sin par Virgen morena de Cerrillo que cada Domingo de Ramos inflama los corazones de quienes la vemos y la oímos pasar.
Pero, en realidad, estos principios se concentran en uno solo que los resume, y que es lo que verdaderamente  hace diferente a esta banda: La búsqueda constante, casi benditamente obsesiva, de la calidad. Del cuidado exquisito en lo que se hace. En la composición, en la interpretación, en la formación de sus componentes más jóvenes… Con el mismo cuidado con que un entregado prioste plantea y funde una candelería. Con la misma amorosa dedicación con que las camareras preparan  el ajuar de María. Con el mismo reverencial respeto con que cada hermano prepara su túnica, la viste, y se encamina a su templo.  Con el mismo celo con que los buenos costaleros se hacen la ropa. Así cuida la música procesional la banda María Santísima de la Esperanza.


En la primera parte de este concierto vamos a tener el placer de escuchar la penitencia. Veremos, a través de los sonidos, la Semana santa por las calles encaladas de nuestra ciudad, en las que se recortará la sombra de un Cristo muerto en su Cruz, gracias a la marcha “Saeta Cordobesa”, compuesta, como dijimos, por D. Pedro Gámez Laserna y dedicada al Cristo de la Buena Muerte. Grandísima composición orgullo de los cofrades de nuestra ciudad. Clásica y virtuosa. Verdadero himno de nuestra semana santa que, aunque nosotros en otro tiempo casi olvidamos en favor de extrañas melodías,  ha sido interpretada por las grandes bandas por toda Andalucía, erigiéndose por mérito propio en el auténtico estandarte de la Córdoba cofrade.

fotografía de D. Antonio López Peláez

Tras la penitencia, la Eucaristía, con su rojo y blanco cortejo sacramental, y a “Saeta Cordobesa” le seguirá otra magistral obra. “El Corpus”. Hermosa composición que nos anuncia la inmediatez de la procesión de Su Divina Majestad. Nunca debemos cansarnos de agradecer la labor de investigación y difusión de Patrimonio Musical, que desveló la autoría de Braulio Urialde para esta  bella marcha que se tuvo por anónima durante mucho tiempo. Nos traerá noticias de juncias en los suelos y de cielo azul y luminoso para el Señor. Sonará alegre y triunfal, como triunfal es el cortejo que nos anuncia. Pero también con momentos de intimidad, como íntima es la comunión.
Y las glorias. Las devociones populares de ahora y de siempre estarán representadas y cerrarán la primera parte de este concierto, simbolizadas en  “Auxilium Christianorum”, compuesta por Jaime Teixidor, que nos recordará con sus sones la sin par alegría juvenil de la Virgen salesiana, con cánticos marianos que nos enseñaron nuestras madres, y a ellas nuestras abuelas. Mi Corazón en ti confía, Virgen María Sálvame.
Escuchemos ahora esta primera parte del concierto, y abramos nuestros corazones a la bellísima propuesta musical que nos hace la banda María Santísima de la Esperanza, bajo la dirección de D. Fco. Javier León.






Fotografía tomada de la web de la Banda Mª Stma. de la Esperanza

  

SEGUNDA PARTE:


Hemos oído la devoción de un pueblo, en sus tres facetas: Penitencial, sacramental y gloriosa. Con los ojos cerrados hemos visto pasar ante nosotros a Cristo crucificado seguido por un sublime paso de palio de elegante mecida. Hemos sentido a Jesús vivo, alimento de nuestro espíritu, custodiado por una torre de plata.  Y a la Virgen María, madre de los cordobeses, con el niño en brazos, coronada por la alegría de su pueblo. Es tiempo, ahora, de Esperanza. De confiar en la madre amorosa que nos cobija en su manto verde y que intercede por nosotros ante su hijo. Y la esperanza es ilusión. Y es alegría. Y es elegancia en la noche cordobesa. Y es sentimiento y cariño. Y es oración.
“Una Oración a la Virgen”, es el acertado título de la marcha que vamos a tener el privilegio de conocer hoy por vez primera, y ha sido compuesta para María Santísima de la Esperanza por D. José Manuel Bernal Montero.
D. José Manuel Bernal es un referente en la música procesional actual. Un Alcalaíno que nació y vive para la música. Formado en los conservatorios superiores de Sevilla, la Coruña, y Taller de Música de Barcelona, posee profundos conocimientos de armonía, contrapunto y fuga,  dirección de banda, pedagogía,  instrumentación y composición… Su actividad profesional ha sido frenética, formando parte de orquestas de cámara y quintetos de metales. Colaborando asiduamente como instrumentista para Radio televisión española y Radio televisión Andaluza. Habiendo sido profesor de los conservatorios elemental de Valverde del Camino, profesionales de Melilla y Huelva, y superior de Sevilla. Director de la banda municipal de Estepona, y desde 1996 a la actualidad director de la prestigiosa sociedad filarmónica “Virgen de la Oliva”, de Salteras. Banda que, entre otras cosas, nos deleitó con su generosa entrega,  profesionalidad y exquisito gusto en la memorable salida extraordinaria de Ntra. Sra. Reina de los Mártires, en el 2005, y en el más reciente 450 aniversario de la hermandad de las Angustias, para goce de los cofrades cordobeses.

En su faceta de compositor  se desenvuelve de forma magistral en la marcha fúnebre y solemne, donde ha escrito obras magníficas como "Jesús de las Penas, una Oración", la que a decir de muchos, aunque no de él mismo, es quizás su mejor obra. "Dominus Flevit", que pudimos apreciar con todos sus matices en septiembre de 2008 tras la Virgen de las Angustias,  "Cristo de los Cruceros", "Crux Inminsa", "María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso" , "Al Cachorro"…
Ha cultivado también con gran acierto  el género más clásico de marcha con cornetas, donde ha brillado con composiciones como "Museo" y "La Estrella en Sevilla". Su obra se caracteriza por una profunda inspiración que le lleva a escribir melodías muy desarrolladas y profundas. Nada pendientes del andar costalero, y sí muy atento a lo que la Imagen sugiere.
Instrumentista excepcional, a él le debemos la prodigiosa adaptación de la obra Margot, de Joaquín Turina. Bernal tomó una reducción para piano, en la que narraba una escena ambientada en la Semana Santa, y dando la voz femenina al oboe y la masculina a la trompeta consiguió adaptarlo como marcha sin perder ni un ápice de fidelidad al original, para inmenso disfrute de los amantes de la música procesional.
Y en esta ocasión nos regala una oración musical como homenaje a María Santísima de la Esperanza. Esta obra además, incluye una bella plegaria de la que es autor vuestro hermano José Prieto Sicilia. Uno de los vuestros. Un miembro de la banda. Un hermano. Un brillante periodista, de insultante juventud, capaz de conmovernos  e invitarnos a la reflexión cada vez que toma la pluma, y al que le mueve sobre todas las cosas su profunda devoción a la Virgen de la Esperanza.
A su saber hacer como escritor se debe, como decíamos, la plegaria a modo de salve, que será cantada por la tuna de la facultad de Medicina, a la que desde aquí le agradecemos sinceramente su colaboración.



A la interpretación de este estreno le seguirá otra joya del patrimonio musical de la hermandad.   “La Esperanza”, de D. José de la Vega.  La obra de un genio modesto, inscrita en su amor a las grandes devociones cordobesas. Quien nos mostró la devoción de Córdoba a su madre dolorosa, con una marcha que nos evoca un viernes de denso terciopelo negro y corazón traspasado por siete puñales. Quien nos trasladó entre borlones mecidos bajo una crestería de plata para consolar a una reina que camina junto al discípulo amado. Quien nos traslada al Gólgota siendo con sus notas cirineos de Jesús del Calvario. El autor de “Valle de Sevilla”, “Servitas de San Marcos”, “Esperanza Divina Enfermera”… Nos enseña aquí a María Santísima de la Esperanza como Córdoba la ve cada Domingo de Ramos. Como su cansada candelería huele a miel cuando viene por Capuchinos. Como por Santa Marina su fleco de bellota acaricia con su compás el varal que labrara Jesús Domínguez.   La marcha de D. José es como el palio de la Esperanza. Luminoso y valiente.
Fotografía de la web de la banda M. Stma. de la Esperanza



Y finalmente, la obra de D. Pedro Morales, “María Santísima de la Esperanza”, culminará el concierto extraordinario como lo hace una maría de cera rizada en una candelería bien dispuesta.  Con alegría. Con ritmo. Con belleza. Con armonía.  Como el clavel que remata una bella piña de flor. Como el azahar que esparce su aroma entre la orfebrería.  Con el cariño con el que este gran autor aporta a sus celebradas composiciones.

Este hermoso ramo de flores es el que ahora va a ofrendar su banda   a María Santísima de la Esperanza.  Por ello solo nos resta pedirle a D. José Manuel Bernal que, si es tan amable, tome la batuta y nos descubra con el estreno de su obra, cómo rezan a la Virgen de la Esperanza los músicos de Andalucía. 


La Imagen renovada de una devoción de siempre

Publicado en el Córdoba Cofrade edición de Glorias 2013.

 
fotografía de Gabriel Zurera. Blog "Instantes de Pasión"

La estrecha calleja de la Alegría, y la pequeña y bella ermita que le da nombre, permanecían casi escondidas para el común de los cordobeses hasta que, el 2006, el precipitado cierre de San Nicolás debido a unas grietas, trasladó a este templo el culto normal de la parroquia. Pudieron descubrir entonces muchos feligreses el recoleto templo y su acogedor patio, y conocer que hasta hace aproximadamente un siglo, una de las cofradías de gloria más pujantes de la ciudad era la encargada de rendir allí culto a la Madre de Dios. Todavía en 1873 existía la primitiva hermandad, y así lo refleja Teodomiro Ramírez de Arellano en su libro Paseos por Córdoba, dedicándole varios párrafos a la ermita y a la cofradía propietaria de la misma.
Siempre supo la parroquia, que administraba este templo y le procuraba los usos más diversos, que había una devoción latiendo escondida en el corazón de su feligresía. Y, de la mano de la parroquia, ejemplar siendo una con su templo, lo sabía  la hermandad de la Sentencia, y le dolía que tan señera advocación, unida desde hace cinco siglos al Santísimo Sacramento y a la iglesia de San Nicolás de Bari,  se abandonara en el olvido.  Por ello, hace poco más de veinte años decidió rescatar el culto a la virgen de la Alegría, aunque  al principio fuese mediante la mera incorporación de la advocación al título.
Si bien la original Virgen de la Alegría es una pintura mural, que podemos ver replicada en la gloria del magnífico palio de Gracia y Amparo, la primitiva hermandad tuvo también imagen de bulto, fechable en el siglo XVIII. En 1999, el imaginero Miguel Ángel González Jurado realizó una nueva imagen de la Virgen de la Alegría, de vestir, en la que integró el antiguo niño Jesús, única parte de aquella escultura que pudo rescatarse. La imagen está dotada de gran belleza y juvenil rostro, no desentonando con la dulzura del infante. También rescató la cofradía un interesante ajuar de plata dieciochesco, compuesto por un  cetro y dos hermosas coronas.
Desde entonces, la imagen de la Virgen de la Alegría ha estado presente en los corazones de los hermanos de la Sentencia. Ha presidido en diversas ocasiones el altar eucarístico que la cofradía monta al paso del Corpus, siendo acompañada en sus traslados por el coro polifónico Cantábile o por la banda María Santísima de la Esperanza. También ha formado parte del belén barroco de tamaño natural que la cofradía acostumbra a montar en la ermita cada navidad.
Aunque la Virgen de la Alegría no realiza actualmente salida anual, la intención de la ejemplar hermandad, sin plazos prefijados para llevarlo a cabo, es procesionar su gloria de forma habitual, por su antigua y céntrica feligresía.