Publicado en Córdoba Cofrade especial Vía Crucis Magno.
La Catedral. ¿Dónde si no?
fotografía de Victor olivencia.
«Nunca
ha sido tan bonita esta Catedral, como hoy, llena de cofrades creyentes, que se
gozan de pertenecer, en el seno de la Iglesia Católica, a su propia Cofradía.»
Con estas palabras, monseñor Demetrio Fernández
agradecía de corazón la asistencia de las cofradías al Vía Crucis magno de la
Fe, y al posterior acto de adoración eucarística en la Santa Iglesia Catedral,
y destacaba una vez más, -y son ya demasiadas veces para seguir ignorándolo-, la
importancia que para la Iglesia de Córdoba tiene el hecho de que las cofradías
comparezcan a la Catedral. Ya en el 2010, en esta misma publicación de la
Agrupación de Cofradías, el obispo firmó que
«Ojalá todas las cofradías de
Córdoba puedan incluir en su procesión el paso por la Catedral. Será un dato
que honra a la cofradía y un elemento que enriquece a la Catedral, como templo
principal de la diócesis»
A su vez,
parafraseando la frase del pastor, podría decirse que nunca las cofradías han
sido tan bonitas como en la Catedral, gozándose de pertenecer plenamente a la
Iglesia Católica.
Foto Victor Olivencia.
Bonitas en un sentido puramente estético, pues la
belleza inigualable de las hermandades en el primer templo y su entorno no
tienen parangón en parte alguna. Cruzando el Arco de Bendiciones alcanzan las
cofradías una perfección que deleita los sentidos y conmueve los corazones de
cuantos puedan observarlas.
Bonitas,
porque Jesús Sacramentado está presente y expuesto al paso de las
cofradías en semana santa, salvo, obviamente, los días en los que litúrgicamente
no procede, para que los hermanos realicen allí un acto de adoración. Si bien
es verdad que el mismo Dios vivo está igualmente presente en otros lugares para
ese fin, no es menos cierto que son minoría las hermandades que no
encaminándose a la Catedral, realizan estación en algún templo para adorar allí
al Santísimo, verdadero eje de la vida del católico.
Bonitas, sobre todo, espiritualmente. Porque
compareciendo en la Catedral las cofradías simbolizan su plena identificación
con la diócesis, como miembros de la iglesia militante, eliminando así la
interesada banalización con que el movimiento cofrade es visto por parte de
algunos sectores, empeñados en convertirlo en mero espectáculo folclórico y
turístico, y además reivindican la Santa
Iglesia Catedral, antigua mezquita, como templo indiscutiblemente católico en
un momento en que parece más necesario que nunca hacerlo, a la vista de la
creciente corriente laicista que puebla los medios de comunicación intentando
crear una opinión opuesta a su actual uso.
Foto Victor olivencia.
Por supuesto el camino es difícil, plagado de
obstáculos como la dificultad de accesos, la conveniencia de acometer pequeñas
reformas, la necesidad de esmerar la seguridad y la coordinación, como se
evidenció en el pasado Vía Crucis, la urgencia de una segunda puerta, etc. Pero
se hace muy difícil creer que quien haya visto a su imagen titular en las naves
catedralicias pueda preferir otro marco, físico y espiritual, para la misma.
Así pues, cofrades de Córdoba, propongámonoslo con
firmeza, sin prisa pero sin pausa, y tras un minucioso estudio, recojamos el
deseo claramente manifestado de nuestro obispo, dignifiquemos nuestra estación
de penitencia, adoremos al Santísimo, sintámonos plenamente integrados en la
Iglesia, y defendámosla identificándonos indubitablemente con ella, acudiendo a la Santa Iglesia Catedral.
El pasado Vía Crucis Magno de la Fe supuso la mayor
concentración de personas en la historia de la ciudad. Los medios de
comunicación se esforzaron para darle la dimensión que requería. Fue
presenciado por televisión en dieciséis países, además de en toda España.
Presentó las cofradías cordobesas al mundo entero ofreciendo una conjunción
única de belleza y fe, de monumentalidad y oración, que ha asombrado a propios
y extraños. Pero sobre todo, nos mostró, indubitablemente, donde está la
excelencia. Cuál es el camino. Nuestros sagrados titulares, nuestras
corporaciones, las futuras generaciones de cofrades, y por extensión la Córdoba
entera, no se merecen que lo ignoremos.