jueves, 20 de febrero de 2014

Simbología vegetal


Cuando la catequesis brota del arte



¿Cómo podría la madera tallada de un paso hablar al espectador de la unión del pueblo cristiano en la Iglesia? ¿De qué manera el bordado de un manto con hilos de oro nos explicaría la perfección de María, o su concepción sin pecado? ¿Cómo el orfebre aludiría a la pasión de Jesús sin labrar a Jesús mismo?
Para enviar este tipo de mensajes, la Iglesia ha usado desde tiempo inmemorial los símbolos. Sin embargo, según el arqueólogo y pregonero de la semana santa cordobesa Enrique León, la iglesia occidental con el tiempo ha perdido en gran medida esa capacidad intuitiva para interpretar lo simbólico, mientras que en la oriental se ha mantenido casi intacta. Es por esa razón que algunos símbolos pueden escapar a la interpretación en un primer vistazo rápido, más aún si se camuflan entre la abigarrada decoración tan del gusto cofrade. Es la intención de estas líneas acercar al espectador, no necesariamente introducido en el mundo de las cofradías, a la lectura de estos bellos elementos simbólicos que muestran nuestras hermandades, comenzando por los de naturaleza vegetal.

Fotografía tomada de  http://www.andresvalverde.es

A modo de ejemplo, situémonos en la calle Juan de Mesa el miércoles Santo. El  flamante canasto de la Misericordia pasará casi rozándonos, y observaremos necesariamente unos carnosos frutos de granada entre las volutas doradas. Acaso podamos pensar que los artistas las han puesto en ese lugar por rellenar caprichosamente un espacio, pero nada más lejos de la realidad. La granada está formada por innumerables granos iguales en apretada formación, y del mismo modo el pueblo cristiano forma la Iglesia universal por la unión de todos y cada uno de los fieles. Ya San Juan de la Cruz incidió en este simbolismo, en el que además veía en la dulzura del jugo el gozo del alma que ama y conoce a Dios.
Podemos ver granadas talladas en diversos pasos, como el citado de la Misericordia, el no menos impresionante del Calvario, en la madrugada en las cresterías del paso de la Buena Muerte, o, siguiendo un bordado renacentista, en la más reciente de las sayas de Nuestra Señora del Desconsuelo.


foto de la web www.bordadossalteras.com

Es posible que el fruto se presente mezclado con otros, y con diversas flores más o menos idealizadas, que manando de un cuerno se desbordan por la superficie a decorar. Es la cornucopia o cuerno de la abundancia. Símbolo antiguo muy utilizado en decoración  que con el cristianismo adquirió un nuevo significado. Téngase en cuenta que en determinadas culturas se usaban cuernos para contener bebidas o alimentos, por lo que su sentido es el de abundancia de bienes.  Así, para los cristianos, representa exactamente lo mismo solo que los bienes que se derraman son de tipo espiritual, alimento del alma que mana de la gracia divina. Ejemplos de cornucopias pueden encontrarse en el mismo paso de la Misericordia, en los extraordinarios del Calvario o Coronación, o bordados como en los simpecados de la Estrella o el Sepulcro.

En esa misma estrechura de la Calle Juan de Mesa, forzada la mirada hacia el completo muestrario de simbolismo que es el paso de la basílica de San Pedro, quizás descubramos, más pequeños e idealizados, otros frutos que identificaremos como castañas. Más escondidas entre guirnaldas, también estarán presentes el Viernes Santo, adquiriendo su significado más preciso, en el arquitectónico y extraordinario paso del Sepulcro, ya que el sentido de este fruto es llamar al observador a la meditación sobre la muerte. La fecha en que aparece este fruto otoñal, aparentemente seco pero lleno de vida en su interior, coincide con los días de difuntos, lo que ha favorecido esa asociación de ideas.

Foto de Carlos S.J.

Pero volvamos a ese miércoles ideal en el que el paso de la Misericordia nos aprisionó física y mentalmente. Optemos ahora por buscar la cofradía de la Paz en el entorno de la calle Osario. Al contemplar el radiante paso de la Virgen probablemente nos llame la atención, entre la inmaculada blancura que la rodea, una verde rama de olivo en sus manos. Observando con detenimiento quizás podamos ver que porta en la otra un colgante en el que de nuevo el olivo, esta vez de plata, se mezcla con un ancla. Los pueblos mediterráneos han tenido en el olivo, desde tiempo inmemorial, un símbolo de bienestar. Para los cristianos ya aparece citado en el Génesis cuando, al traerlo una paloma en su pico, anuncia a Noé el final de las tribulaciones y desventuras. El olivo es por ello símbolo de la paz, y en ese sentido lo utiliza la virgen de tan bella advocación.

Flor de pasión en la mano de la Virgen del subterráneo, de Sevilla www.lagubiayeltas.us

No será la única muestra de un hermoso atributo simbólico portado en las manos de una imagen mariana. El lunes santo, por ejemplo, desde la Huerta de la Reina se presentará a la ciudad la Virgen de la Estrella sosteniendo una magnífica interpretación en plata de una flor de la pasión. Esta planta trepadora, también conocida como rosa de pasión o pasionaria, presenta en la naturaleza filamentos que recuerdan la corona de espinas, cinco estambres amarillos que se comparan con las cinco llagas, y tres estigmas color púrpura coincidentes en forma y número con los clavos. Además su color es morado, por lo que se ha usado tradicionalmente para representar la pasión del Señor.


foto de www.lahornacina.com

Veremos otras rosas, pero del tipo tradicional, adornando su espléndida saya y su toca sobremanto del mismo modo que lo hacen con numerosas imágenes de María y alguna de Cristo. Alcanzan éstas un significado diferente. La rosa es bella y compleja, por lo que se asocia fácilmente con la perfección. La Virgen María ha sido llamada numerosas veces <<la rosa sin espina>>. Precisamente esta asociación de María con la Rosa está en el origen de la devoción del Santo Rosario, por lo que la flor estará muy presente el viernes santo en el palio de la dolorosa de San Pablo. Hermosas rosas aparecerán también en simpecados y estandartes, esbozada en bambalinas, o en la pálida mano de la Virgen de Gracia y Amparo. Alguna vez la veremos en cristos como el de Vera Cruz, prendida de su túnica, porque también se asocia la perfección de esta flor y la forma de sus pétalos con la preciosa sangre del Salvador.
Lirios en el estandarte de Santa Faz. Foto de J.M.L.V.

Pero la flor que predominará en las imágenes marianas por encima de las demás será la azucena o lirio, ya que se identifica con la pureza virginal de la Virgen María. Es común además que aparezca en grupos de tres, indicando la virginidad de la Madre de Dios antes, durante, y después del parto. Es un símbolo muy común en arte. Botticelli y  Leonardo da Vinci representan al arcángel Gabriel entregándole lirios a la virgen en sus famosos cuadros de la Anunciación, y el Greco o Murillo lo usan para sus inmaculadas. El origen del símbolo es sobre todo bíblico. El Cantar de los Cantares se refiere al lirio entre cardos, lo que se ha asociado siempre con María.
Por eso es frecuente encontrar azucenas o lirios en los simpecados, ya que estas insignias tienen por objeto exaltar la concepción inmaculada de la Virgen. “Lirio blanco de la Trinidad” es el apelativo que recibe de sus cofrades la Virgen de la Hermandad de la Santa Faz, y prodiga esa flor en el remate de los varales de su palio, además de portarla de plata en su mano. También el estandarte corporativo las muestra, magníficamente bordadas por Pérez Artés. Las mismas manos las han bordado, primorosas, para la más reciente saya de la Virgen de los Dolores, y azucenas podemos ver también, de orfebrería, en la base de los varales de la Concepción. Pero no es exclusivo de la Santísima Virgen, ya que ocasionalmente podemos encontrarlo en imágenes de Cristo, reforzando la idea de pureza,  de perfección, de ausencia de pecado y de santidad. El lirio agrupa sus pétalos de tres en tres, por lo que recuerda además  a la santísima Trinidad. Así, ese mágico lunes Santo de contrastes, al elevar la mirada entre la nube de incienso envuelve al Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas, veremos que los clavos que le unen al madero se han transformado en unas excepcionales azucenas de oro.


Uvas y espigas en la saya del Cordero, de la Virgen de los Dolores.

La primera hora de la tarde del Jueves Santo tiene una luz especial. Luz que a Córdoba viene desde poniente en el paso de la Cena, representando la institución de la eucaristía en ese día. Por eso uvas y espigas salpican el cortejo, adquiriendo mayor dimensión en el paso, sobre la propia mesa, en el canasto, y en los recientes respiraderos que combinan talla y bordado. Espigas y uvas que son la materia prima del pan y el vino que se transformarán en verdadero cuerpo y verdadera sangre de Jesucristo.  Encontraremos estas uvas y espigas en estandartes sacramentales, o en aquellas piezas en las que se pretenda resaltar el sentido eucarístico, como la extraordinaria saya del cordero, de la Virgen de los Dolores, o el estandarte de la hermandad de la Estrella, anunciando su carácter sacramental.
Pero ya ha muerto el Jueves Santo. Por la Reja de Don Gome avanza sin consuelo la sin par Virgen de las Angustias mostrando el fruto de su vientre y encogiendo los corazones de quienes la ven pasar. Será realmente difícil apartar la mirada de su divino rostro. Pero si en las estrechuras que conducen a San Agustín nos vemos obligados a hacerlo, podremos observar que la moldura de su paso representa hojas de laurel entrelazadas. No tiene misterio el laurel para la cultura mediterránea, ya que con él se ha exornado tradicionalmente la cabeza de los triunfadores a modo de distinción. Y es el triunfo lo que representa aquí el laurel, pero no el triunfo terrenal, sino el triunfo de Jesús sobre la muerte.


Corona de laurel en el senatus de Buena Muerte.

Otros laureles habremos visto a lo largo de la semana santa, en los senatus de varias cofradías, pero su sentido en ellos se asocia al dominio del emperador romano para recordar que, como indica el credo, Jesús «… padeció bajo el poder de Poncio Pilato».


Palmas de martirio. Reina de los Mártires.


A desgana abandonará el atento observador la compañía de las Angustias. Pero deberá hacerlo apresuradamente, y buscar los alrededores de la Catedral para poder extasiarse en el silencioso transitar de la hermandad de la Buena Muerte. Y allí verá como la palma, la hoja de la palmera, salpica el techo de palio de Nuestra Señora Reina de los Mártires, que también la porta en la mano. En el manto, delicadamente bordada, formará una toca sobre la que apoyar su real corona, y en los respiraderos estará sostenida por relieves de mártires, mientras que Acisclo y Victoria, patrones de la ciudad, la exhibirán en el llamador. Y es que la palma es símbolo de victoria sobre las dificultades. Aparece, entre otras escenas, en el apocalipsis, de manos de ciento cuarenta y cuatro mil santos vestidos de blanco. Símbolo de ascensión, superación, y santidad, la Iglesia lo adoptó como emblema de martirio. En el palio de San Hipólito constituye una intensa referencia a los mártires sobre los que reina, como indica la letanía lauretana, la titular mariana de la cofradía.
Otras palmas habrán podido verse el Domingo de Ramos, en el cortejo de la Entrada Triunfal y bordadas en el palio y saya de la Virgen de la Palma, recordando su advocación y la procesión de las palmas que se celebra ese día.
Túnica de cardos. Gran poder.

El cardo es otro vegetal muy cofrade, ya que aglutina una importante carga simbólica. Sus hojas son grandes y con espinas, y su tallo, también espinoso, florece en el extremo superior en una única flor de color púrpura, por lo que se le asocia inmediatamente con los padecimientos del Señor camino del Calvario y su victoria sobre el sufrimiento. Mirando desde la perspectiva trasera el magnífico paso de Nuestro Padre Jesús del Calvario, veremos que la cruz del dulce Nazareno de San Lorenzo es sostenida por unos hermosos ángeles entre unos tallos florecidos de cardo natural. Cardos veremos también en la hermandad de la Expiración, a los pies de la Cruz y también en un buen manto de capilla de la Virgen del Rosario. Y cardos idealizados se aprecian también en la citada saya de Soledad de la Virgen de los Dolores, bordados en oro sobre terciopelo morado, apuntando a la azucena entre cardos del Cantar de los Cantares.


Eucaristía entre hojas de acanto. Redención de córdoba. www.laestrelladecordoba.com

No obstante, sin considerar la ornamentación efímera de los pasos, la planta  más numerosa de nuestra semana santa es la hoja de acanto, pues esta especie es  habitualmente usada en talla, bordados u orfebrería como decoración vegetal. No en vano ya en Grecia se usaba la hoja de acanto como decoración de capiteles corintios. El acanto se parece al cardo en su representación, ya que es un arbusto espinoso muy vivaz. Por ello suele representar la superación de pecados por medio de la penitencia. En ningún sitio tan apropiado como en las estaciones de penitencia de nuestras cofradías. Estilizadas hojas de acanto bordadas en oro o plata son el motivo decorativo de sayas como las del Mayor dolor, Amor o Paz. Grandes hojas de acanto de madera dorada forman los pasos de Humildad y Paciencia, Penas o Redención.

El simbolismo en nuestras hermandades abarca un espectro mucho mayor. Colores, formas, animales, herramientas, edificios, astros y un largo etcétera componen una catequesis plástica para quien observe con atención el transcurso de una cofradía.